Madre Clélia Merloni, fundadora del Instituto de las Apóstoles del Sagrado Corazón de Jesús, nos enseña que “Educar es una obra de amor” y esto exige coherencia, testimonio, abertura y diálogo en el servicio al prójimo creado a imagen y semejanza de Dios (Gen. 2,27). Con la consciencia de aprender siempre, osadía y coraje para responder con excelencia a los desafíos que no presentan la Educación del siglo XXI.
Ser escuela católica es un compromiso asumido desde la fundación. Madre Clélia, en su celoso corazón, procuraba mantenerse en sintonía con las orientaciones de la iglesia. Concebía la educación como una “Obra de Amor” y una forma de “promover el otro en su totalidad” (FARIAS, 1990, p. 281). “La educación está entre las principales obras de caridad a que se dedica el Instituto de las Hermanas Apóstoles del Sagrado Corazón de Jesús”, decía la fundadora (in: FARIAS, 1999, p. 280).
Madre Clélia no sistematizó una teoría pedagógica, ni estableció un método educativo, pero fue su propia práctica y las orientaciones dadas a las hermanas educadoras que testimonian su visión abierta y comprometida con su fe en el ser humano.
Además de las unidades educacionales pertenecientes a la Congregación, la Apóstol educadora realiza su misión en escuelas diocesanas y parroquiales con el mismo espíritu de amor de Madre Clélia. Esforzase para compartir el amor del Corazón de Jesús con los alumnos, sus familias y los colaboradores.
Las Apóstoles actuan en todos los niveles educacionales. Desde la Escuela de la infancia hasta la Educación Secundaria brindan su serviço a más de 40 mil alumnos.
Sensibles a las necesidades de los hermanos, las Apóstoles desarrollan su misión también en escuelas que atienden personas con necesidades especiales.
Para conocer más sobre nuestra misión educativa en los varios países, vistite los siguientes correos eletrónicos:
"Educar es una obra de amor"